domingo, 25 de abril de 2010

Etica y Economia: La vision de Amartya Sen

ETICA Y ECONOMÍA: LA VISIÓN DE AMARTYA SEN
Por: Jesús Castillo More
Según el Filósofo Fernando Savater, lo que nos define como seres humanos es la conciencia de nuestra mortalidad y nuestra condición irrenunciable de ser libres.
Hay gente que por miedo al infierno no hace ciertas cosas y hace otras por deseo de alcanzar la gloria, pero eso no tiene que ver con la Ética, reflexión perfectamente humana - que algunos sintetizan como “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”-.
Para Savater, la diferencia entre la ética y la religión es que la ética busca una vida mejor y la religión busca algo mejor que la vida.
En la última Reunión Internacional del BID sobre “Ética y Desarrollo”, el Premio Nobel de Economía, Amartya Sen presentó la ponencia ¿Qué impacto puede tener la Ética?
Dice Sen que el aforismo más citado en economía es el comentario de Adam Smith acerca del carnicero, el panadero y el cervecero: “No es de la benevolencia del carnicero, del cerveceo o del panadero que esperamos nuestra comida, sino de la consideración que ellos hacen de sus propios intereses. Apelamos no a su sentido humanitario sino a su amor por ellos mismos…”
Para una negociación exitosa de un contrato aceptable y para la ejecución eficiente y adecuada del mismo, no basta la motivación. Para el funcionamiento real de los contratos y su uso exitoso en la expansión económica se necesita mucho más. Se requieren instituciones para la aplicación de la legislación, para el seguimiento, auditoría y contabilidad. Igualmente exige ética en el comportamiento, que podría facilitar acuerdos en condiciones justas de intercambio ante la existencia de alternativas de contratos diferentes. Las normas de comportamiento también pueden ayudar a las partes a cumplir promesas y respetar contratos.
En consecuencia, la ética empresarial es necesaria inclusive para el comercio normal. Aún las personas que persiguen su beneficio personal con frecuencia captan la clara conveniencia de actuar en una forma moralmente apropiada debido a los requerimientos del “esclarecido interés propio”. Por ejemplo, es útil a las personas tener la reputación de ser íntegros y dignos de confianza.
Cabe preguntarse entonces si ese “esclarecido interés propio” es suficiente para lograr una ética del comportamiento. Smith no lo creía así, y por ello siguió recalcando la importancia de otras virtudes que van mucho más allá de la prudencia, entre ellas la “comprensión”, la “generosidad” y el “actuar en función del colectivo”. Nuestras vidas transcurren en situación de dependencia mutua, y nos debemos algo los unos a los otros, que se ubica más allá de aquello que nos aporta beneficio personal a largo plazo.
Este es el tema más amplio de la ética del comportamiento que trasciende no solo la conducta carente de ética, sino también el valor instrumental de la conducta ética en función del interés propio esclarecido.
Lo que cabe resaltar aquí es que esto abre un enorme espacio a la ética y la moralidad del comportamiento, que puede vincularse, por una parte al razonamiento ético en nombre de la sociedad y, por la otra, relacionarse con la elección, razonada o por inclinación, inspirada en la supervivencia evolutiva vinculada a beneficios individuales a largo plazo y al éxito social.
Los valores y las instituciones no son independientes unos de otras. Tampoco lo son las consideraciones de eficiencia y equidad.
Las complejas interdependencias entre valores, instituciones y normas de comportamiento, así como entre la respectiva búsqueda de equidad en la distribución y eficiencia en la producción requieren una investigación más amplia de la que suele acordárseles.
Pensemos por ejemplo, en el mérito de resolver el problema ambiental mediante la creación de derechos de propiedad. Al crear derechos de propiedad privada para reemplazar los recursos compartidos puede conducir al interés de los propietarios en el ambiente y eliminar así el desperdicio e ineficiencia que surgen de los conocidos problemas de factores externos, no posibilidad de exclusión y aprovechamiento del bien ajeno. Es posible que las parcelas asignadas como propiedad privada reciban mayor dedicación y atención que los recursos de propiedad y explotación compartidos por la comunidad.
Los efectos de valoración generados por revisión institucional deben figurar entre las consideraciones que deben sopesarse al elegir entre diversas maneras de tratar de abordar los desafíos ambientales. Se encuentran entre las “variables de contexto” susceptibles de fomentar o desalentar la cooperación.
Los problemas ambientales requieren una combinación de enfoques, entre ellos reforma institucional (como por ejemplo impuestos y subsidios especialmente diseñados, la creación de derechos individuales y el cultivar de la organización social), por una parte, y por otra, la formación de valores en general. Es importante que la búsqueda de la respuesta necesaria no se haga con una óptica estrecha y excesivamente focalizada. No es adecuado centrarse exclusivamente en, por ejemplo, la creación de derechos de propiedad en materia de ambiente, o en prohibiciones legales, o solamente en impuestos y subsidios. Tampoco lo es, por otra parte, el lanzar toques de clarín pidiendo más ética ambiental como la única vía hacia la sostenibilidad. Existe la marcada necesidad de integrar el papel de la ética y de las instituciones dentro de un marco más amplio.
Según Sen, también es importante reconocer que el admitir el papel crucial de los valores no nos exige desmerecer el papel del razonamiento económico, e inclusive recurrir al mismo para buscar las reformas institucionales que pueden funcionar aun cuando no ocurra lo mismo con la formación de valores. La integración del rol de las normas y valores con el razonamiento económico requiere ampliar el análisis económico y no desecharlo.
Un buen punto de partida para el análisis del desarrollo puede ser el reconocimiento básico de que la libertad es a la vez (1) el objetivo primario y (2) el principal medio del desarrollo.
El concepto de desarrollo no puede limitarse al crecimiento de objetos inanimados de conveniencia, como incrementos de PNB o la industrialización, o el progreso tecnológico, o la modernización social. Si bien estos son logros importantes –a menudo cruciales- su valor debe estar relacionado con el efecto que tienen en las vidas y libertades de las personas a quienes atañen.
El vínculo entre libertad y desarrollo, va mucho más allá de las conexiones constitutivas. La libertad, no es solamente el fin último del desarrollo, sino también un medio de crucial efectividad. Este reconocimiento puede estar basado en el análisis empírico de las consecuencias de -y de las interconexiones entre- libertades de diferentes tipos, y en la evidencia empírica extensa que indica que dichas libertades suelen reforzarse entre ellas.
La capacidad real que tiene una persona para alcanzar logros está bajo la influencia de las oportunidades económicas, las libertades políticas, las facilidades sociales y las condiciones habilitantes de buena salud, educación básica, así como el aliento y cultivo de iniciativas. Estas oportunidades son, en gran parte, complementarias y tienden a reforzarse en su alcance y utilidad respectivos. Es por estas interconexiones que el ente libre y sostenible emerge como un medio de desarrollo efectivo.
Resulta difícil entender una perspectiva de libertad que no tenga a la equidad como elemento central. Si la libertad es realmente importante, no puede ser correcto reservarla únicamente para unos pocos elegidos. En este contexto, es importante reconocer que las negaciones y violaciones de la libertad se presentan típicamente bajo la forma de negar los beneficios de la libertad a algunos aun cuando otros tienen la plena oportunidad de disfrutarlos. La desigualdad es una preocupación central en la perspectiva de la libertad.
Quienes temen a la libertad suelen temer a la de los demás.
Según las tendencias políticas de los críticos de la libertad, su temor ante la libertad de otros posiblemente se concentra en determinadas áreas en las cuales piensan que la libertad para todos sería especialmente negativa. Así, el miedo a la libertad se expresa de diferentes maneras y adopta muchas caras: temor, respectivamente, a la libertad de las clases descontentas de menores ingresos, a la de las masas rurales afligidas, a la de las mujeres descontentas que rezongan por el “lugar” que les ha sido asignado, a la de la juventud rebelde que se niega a acatar y obedecer, y a la de los disidentes empecinados que protestan por el orden existente.
Quienes se oponen a considerar que las libertades políticas son derechos políticos de las personas a las cuales todos tienen derecho, en forma característica no niegan dichos derechos para si mismos: el derecho a hablar, de expresarse libremente, de participar en la toma de decisiones, y así sucesivamente. A lo que tratan de oponerse es a la libertad política de otros, no a la libertad política para ellos. En otros ámbitos de la libertad existen contrastes parecidos: económicos, sociales y culturales. Es la libertad de otros la que ha preocupado usualmente a numerosos comentaristas que expresan su oposición a la libertad en sus escritos, pero que nunca han estado dispuestos a renunciar a la propia. Por lo tanto, la necesidad de lograr la equidad es un elemento central dentro de la perspectiva de la libertad en general, y en particular de la idea del “desarrollo como libertad”.
Estas conexiones son muy importantes para visualizar la interdependencia entre equidad y eficiencia, y entre valores e instituciones. Si, por ejemplo, se le niegan a muchas personas las oportunidades sociales de la educación básica debido a una falta de acceso a escuelas, o si carecen de derechos económicos básicos debido a desigualdades masivas en la propiedad (reforzadas por la ausencia de políticas para contrarrestar dichas situaciones tales como reforma agraria, facilidades de micro créditos, etc), los resultados no se limitarán únicamente a la existencia de esa desigualdad, sino que abarcarán también otros efectos limitantes vinculados a la naturaleza de la expansión económica, el florecimiento de desarrollos políticos y culturales, e inclusive las esperadas reducciones en las tasas de mortalidad y fertilidad –que se verían todas alteradas debido a la existencia de desigualdades en materia de oportunidades educativas o económicas. Por ejemplo, ha sido sobradamente demostrado que el fortalecimiento de capacidades de las mujeres y su consiguiente habilitación gracias a la escolaridad, las oportunidades de empleo, etc. Surten los efectos de mayor alcance en la vida de todos los involucrados: hombres, mujeres y niños. Reduce la mortalidad infantil, aminora los riesgos para la salud de adultos que resultan de bajo peso al nacer, incrementa el espectro y efectividad de los debates públicos y tiene mayor impacto en la moderación de las tasas de fertilidad que el crecimiento económico.
La desigualdad basada en el género en los ámbitos económico y social puede por lo tanto lesionar considerablemente el desempeño global en numerosas y diversas áreas, afectando variables demográficas, médicas, económicas y sociales.
La falta de equidad en una esfera puede conducir a una pérdida de eficiencia y desigualdades en otras.
De igual manera, la negación de la democracia y de los derechos políticos y cívicos expone a la comunidad a diversas privaciones económicas a través de la falta de voz de los desposeídos.
A nivel más global, estas interconexiones afectan las perspectivas de las relaciones económicas y comerciales. Esta consideración es válida inclusive en lo que respecta al fundamento institucional del comercio y finanzas mundiales, entre cuyos diversos aspectos organizativos están la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Banco Mundial, el FMI y otros.
La arquitectura institucional actual se creó mayormente a mediados de los años cuarenta, basada en la comprensión de las necesidades de la economía mundial según la óptica de la Conferencia de Bretton Woods, celebrada en las postimerías de la Segunda Guerra Mundial. Este marco contribuyó a la evolución del comercio y del desarrollo, pero no ocurrió lo mismo en materia de equidad distributiva ya sea en la esfera económica o política.
Las crecientes protestas contra la globalización han puesto cada vez más en evidencia que hay importantes aspectos de la equidad global que es necesario abordar.
Los temas generales que han inspirado estos movimientos de protesta han sido siempre más importantes que las tesis rudimentarias aunque efectivas que han encontrado su expresión en los lemas y carteles de dichos movimientos. Lo que es seguro es que el tratar de resolver las relaciones comerciales y económicas sin atender simultáneamente los aspectos de equidad y trato justo a nivel global se topará con problemas de consideración. Este reconocimiento de ninguna manera desmerece la valoración del papel constructivo de la economía de mercado global y su contribución a la base económica de un mundo próspero.
Las protestas se han alimentado de la aparición de un conjunto de valores globales que se han manifestado con firmeza en el mundo contemporáneo. No es sorprendente dice Sen, que las protestas contra la globalización, a su vez, han sido movimientos globales, y que atraen a personas provenientes de países de todo el mundo.
La división supuestamente nítida entre política y economía ha sido cruzada en esencia una y otra vez, y la barrera que separa las consideraciones de eficiencia de los aspectos de equidad también ha sido franqueada con notable frecuencia.

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