EL EURO Y LA TRAGEDIA GRIEGA
Jesús Castillo More
El
Producto Bruto Interno (PBI) de un país es
igual a la Demanda Agregada, que es la suma del gasto en consumo, más
inversión, más gasto público, más la
Balanza Comercial, (diferencia entre exportaciones e importaciones). La suma de los tres primeros componentes se
conocen como gasto interno. De esta manera, podemos ver fácilmente, que el PBI
menos el gasto interno es igual a la Balanza Comercial.
La
interpretación económica de esta aritmética elemental, es que si un país está
importando más de lo que exporta, está gastando internamente más de lo que
produce. Para que esto sea posible, el país debe contar con suficientes
reservas internacionales para financiar su exceso de importaciones, o tener
acceso al endeudamiento externo, recibir donaciones o privatizar sus empresas
públicas.
Durante
muchos años, los países europeos han vivido bajo el predominio del Estado de
Bienestar, donde se deja al Estado la tarea de garantizar altos niveles de vida
para la población, para lo cual se contaba con una alta presión tributaria y
con el endeudamiento externo como mecanismo de financiamiento del exceso de
gasto del país. El nacimiento del Euro como moneda única para todos los países
de la Unión Europea, significó acatar acuerdos respecto a limitar sus déficits
y niveles de endeudamiento, para quedar todos bajo la dirección monetaria del
Banco Central Europeo, lo que significa que cada país pierde la capacidad de
emitir moneda. Si el país agota sus reservas, y no tiene acceso a endeudamiento
externo, por aritmética simple, ya no puede importar más de lo que exporta, y
en consecuencia debe reducir el gasto interno: consumo, inversión y gasto
público.
En
un reciente artículo (Los Griegos lo apuestan todo), el Economista Xavier Sala
y Martin, se refiere a la situación actual en Europa, donde Grecia puede
gatillar una catástrofe económica no solo para Europa sino para el mundo. Si
Grecia debe el 165% de su PBI, para recibir crédito debe estar dispuesto a
pagar tasas de interés más altas y ve que los acreedores se le ausentan incluso
sus socios comerciales europeos.
Dice
Sala y Martin que si la Eurozona decide cortar la ayuda, pasarían dos cosas:
Primero, Grecia se queda sin Euros, lo que llevaría a algunos Bancos a la
quiebra. Esto da lugar a un retiro masivo de los depositantes Griegos. Para
controlar el pánico, el gobierno Griego crearía un “corralito” como el
Argentino, con el consiguiente caos y malestar. Segundo, el gobierno se verá
obligado a reducir su déficit fiscal desde el 10% del PBI actual, no ya al 5%
que le exige Europa, sino al 0%.
Estos
recortes más drásticos empeorarían la crisis: El consumo, la inversión y el PBI
caerían 30%.
El
gobierno tendría que recurrir a pagarés
para salarios y proveedores (gretacones, como los patacones de
Argentina). Estos gretacones a falta de Euros, se convertirían en la moneda
Griega.
El
poder adquisitivo de los gretacones y por lo tanto de los salarios, caería un
70% por la falta de confianza en el gobierno. Para salvar la situación, el
gobierno griego introduciría un nuevo Dracma. Esto obligaría a que todos los
contratos en Euros pasen a Dracmas. Los ahorros en Euros se devolverían en
Dracmas desvalorizados en un 50 o 70%. Si el Dracma se abarata, también lo
harían las exportaciones y el turismo griegos y esto empezaría la recuperación
económica. Pero si el gobierno no logra reducir el déficit fiscal, seguiría
imprimiendo Dracmas, lo que dispararía la inflación hasta 70, 100% o desembocar
en hiperinflación. Por tanto, el abandono del Euro, concluye Sala y Martin
puede ser beneficioso si se da el primer caso de alentar el turismo, o llevar a
una catástrofe hiperinflacionaria.
Sala
y Martin se pregunta por qué se arriesgan tanto los griegos al rechazar el
ajuste, y responde que es porque saben que si bien los costos para ellos son
graves, lo son más para la Eurozona. Una vez que se diera la señal que el Euro
se puede romper, el pánico y la especulación podrían invadir países como
Portugal, Italia, España e incluso Francia, donde la gente pensaría que les
puede pasar lo que a los Griegos. Eso quebraría bancos, generaría corralitos,
pobreza, emigración y un cataclismo económico sobre Europa y el mundo. De
hecho, el pánico ya empezó y mucha gente demanda ahora dólares para asegurarse,
lo que está haciendo subir el precio del dólar. Ante este panorama, a la
Canciller Alemana Ángela Merkel, no le va quedando más que seguir dando ayuda sin condiciones; el
problema es que esto no puede durar indefinidamente.
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